La madre de Aria es una prostituta, pero se casa con el conde y Aria repentinamente asciende a la fama como la hija de la Familia Roscent.
Aria vive una vida llena de lujos, pero es asesinada por un complot de su hermanastra, Mielle.
Muere entre las frías miradas y abucheos de aquellos que la observan.
Tan pronto ella mira un reloj de arena cayendo como en un sueño... ¡Aria milagrosamente regresa al pasado!
"Quiero ser una persona muy elegante como mi hermana, Mielle."
Para lidiar con la mujer maliciosa, ella debe volverse aún más maliciosa.
La historia sobre la venganza de Aria contra aquellos que la llevaron a la muerte.
Ese es el camino de vida que Aria decidió.
Una mujer más maliciosa de lo imaginable, así es cómo la historia comienza...
¡Una meticulosa venganza escondida entre la belleza mortal!
por Sansobi
"Alcen su cabeza."
Bajo el comando de Cain, Aria, cuyos cabellos fueron esparcidos sobre el suelo, fue agarrada y obligada a levantarse.
El cabello de Aria, que estaba empapado de sangre, fue alzado en el aire por una ruda mano. El que alguna vez fue hermoso, rubio y brillante, se encontraba en peores condiciones que las greñas de un cerdo que se acabase de revolcar en el lodo.
"¿Sabes cuáles son tus pecados?"
"..."
Cain la cuestionó, pero Aria no tuvo la energía para responderle.
Incluso si ella hubiese tenido algo de energía, hubiese sido imposible responderle.
Esa lengua entre blanca y grisásea, manchada de sal, estaba llena de un dolor insufrible, y ni siquiera le dio la oportunidad de arrepentirse.
Aria cerró sus ojos, lo cual fue difícil debido a la hinchazón de las incontables heridas que le fueron infligidas. Aquellos ojos alguna vez habían conmovido los corazones de varios hombres, pero ahora se habían vuelto iguales a los de un pescado podrido.
Aunque se sentía traicionada y amargada, tampoco tenía algún lugar adónde ir, y Aria simplemente esperó por el momento en el que La Parca reclamara su vida.
"Hermano, tengo una última cosa que deseo decirle a Aria."
La santa, quien había sido victimizada incontables veces por la malvada mujer, se dirigió lentamente hacia la mesa de ejecución.
Sonrió, implicando que había perdonado a Aria, y dijo que no había sido herida de gravedad al ser empujada de las escaleras y que se encontraba bien incluso después de haber sido envenenada. Todos los que se habían reunido en el salón pensaban lo mismo.
Cain sacudió su cabeza y dijo, "No."
"Tengo que decir esto. Por favor..."
¿Cómo podía ser ella tan benevolente hacia la joven maliciosa que había intentado herirla y matarla? No había nadie que pudiese rechazar su lamentable ruego.
Eventualmente, Cain otorgó el permiso, y Mielle, como una pobre flor salvaje, acercó su frágil cuerpo hasta Aria. Se sintió como si sus hombros hubiesen sido aplastados por los suspiros de Cain.
"Estas palabras, que he contenido dentro de mí todo este tiempo, están reservadas para nuestra hermana. Como esta será la última oportunidad… siento que debo decírtelo... podría ser que he estado esperando por este día."
Mielle limpió lentamente sus lágrimas transparentes, atrapadas en sus lagrimales, y se arrodilló en el suelo.
Su acción repentina espantó a muchos en la audiencia, y se corrieron hacia adelante como si quisieran intervenir. Sin embargo, Mielle les señaló que todo estaba bien y llevó sus labios hasta los oídos de Aria para entregar un último y sagrado mensaje.
"Tú, estúpida puta. Jugando y tonteando por ahí con mis damas... ¿fue divertido?"
Los ojos de Aria se abrieron como si estuviesen a punto de estallar. Volteó rígidamente su rostro hinchado hacia Mielle, quien se encontraba sonriendo. Su sonrisa era pura y hermosa, como una flor.
Aria pestañeó apresuradamente, incapaz de comprender el sinsentido que acababa de escuchar. Su lengua mutilada previnió que ella hiciera preguntas.
Mielle leyó su expresión y se explicó de nuevo, "Las damas que te dijeron que hicieras todos esos actos malvados eran mis sirvientas. Fue todo para pintarte como la puta malvada. Todo fue para llegar a este momento."
"¡...!"
"Te estoy diciendo esto porque son tus últimos momentos. He querido asesinarte desde el momento en que tu ingenua madre apareció, de ser posible, en el modo más doloroso. La vergüenza sobre nuestra familia es tal que nadie ha venido a verte. ¿Cómo te atreves tú, un insecto, a arrastrarte hasta aquí sin saber a dónde perteneces? ¡Joo, joo!"
Mielle con trabajo pudo contener la insoportable carcajada que casi erupcionó de su boca.
En este momento, ella sonrió brillantemente, como si las lágrimas de Aria la incitaran a cantar y bailar. El júbilo de Mielle, que nadie más pudo notar, apuñaló el pecho de Aria como una cuchilla.
"Pensé en envenenarte como hice con tu madre, pero me abstuve. No es divertido de ese modo, ¿cierto? Así que, le di mi veneno a una sirvienta y la hice conducir mi coche. Ah, por supuesto que yo no lo bebí."
"¡Ah...! ¡Ahah...!"
Antes de que Mielle pudiese terminar, el cuerpo de Aria sufrió un espasmo y se colapsó en el suelo. Aria usó toda la fuerza que pudo mostrar para moverse, pero el resultado no fue más que un endeble forcejeo. Todas las venas en sus ojos estallaron y las lágrimas de sangre se deslizaron por su rostro.
Mielle terminó su discurso y se levantó. Volviendo a mirar hacia la mesa de ejecución, ella retornó lentamente a su lugar con una expresión lamentable y pesarosa, diciendo, "Fue divertido mientras duró... el pensar en cómo Aria no estará más aquí me está haciendo sentir tan vacía por dentro..."
La santa que había perdonado a la mujer malvada enterró su rostro entre sus manos benditas conforme sus hombros temblaban. Sin embargo, había hecho eso para cubrir su rostro invadido por la alegría.
'Por favor, no permitas que la muerte de la mujer maliciosa cause sufrimiento a la santa. No le permitas sentirse culpable.'
Todos los que se habían reunido se encontraban preocupados por el estado mental de Mielle.
Como no habia nadie más que tuviese algo que decir a Aria, Cain alzó su mano y, simultáneamente, el caballero alzó su espada alto en el aire. La cuchilla brilló tan reluciente que parecía cazar de cortar hasta los huesos con solo una oscilación.
Esa luz llamó la atención de Aria y esta comenzó a ver un extraño retazo crearse ante su visión. Era como si un reloj de arena fuese uno con la luz, causando que Aria, que estaba ensangrentada, mirase fijamente ese fenómeno por un largo tiempo.
Como si fuese una cuerda capaz de salvar su vida, ella extendió ambos brazos en espasmos violentos como un pez fuera del agua, pero sus hombros fueron pisoteados por el caballero.
Pronto, Cain bajó su mano, en señal de la ejecución de la mujer malvada.
Y así, la espada del caballero cayó, cortando a través del viento y separando la cabeza del cuerpo en un efímero momento, terminando patéticamente su vida sin más.
"¡Ahhh!" El grito de una persona hizo eco conforme la cabeza de Aria rodó por el suelo, pero sus ojos una vez más se encontraron con la imagen del reloj de arena.
'¿Por qué?' aunque su cabeza había sido cortada, Aria ya no podía sentir dolor, ni pesar, ni tristeza. Todo lo que podía ver era la imagen del reloj de arena conforme la arena caía, sin importar si esta caía directo o en reversa, una y otra vez.
'Quiero regresar. Otra vez... hacia los viejos tiempos. Quiero retrocederlo todo... como ese reloj de arena.'
Antes de que su cerebro aceptara su muerte, los ojos de Aria ya se habían llenado con el movimiento del reloj de arena y, finalmente, su visión se desvaneció por completo.
***
"¡... a!... ¡Aria!"
¡Y un estruendo!
La taza que Aria había estado sosteniendo cayó en el suelo, fragmentándose en varias piezas. La sirvienta, quien estaba parada detrás de ella, se apresuró en comenzar a limpiar el desastre.
Aria despertó de su estado de mente abstraída y lanzó una mirada hacia la voz que había escuchado. Ahí, en el otro lado de la larga mesa de mármol, observó la preocupada cara de Mielle sollozando. Incluso cuando derramaba lágrimas era tan elegante y pura como siempre.
'¿Cómo fue que se convirtió en una niña tan pequeña?'
Por lo que Aria recordaba, Mielle tenía veintitrés años. Sin embargo, la figura que se encontraba frente a ella no podía tener más de diez años. Junto a ella, estaba Cain, quien observó a Aria con unos ojos estrechos. Se miraba tan joven como si tuviese solo diecisiete años.
Incapaz de procesar la situación o encontrar un modo de afrontar la increíble circunstancia, Aria continuó parpadeando. Entonces, escuchó una fría voz del asiento junto al suyo.
"Aria, ¿te encuentras bien? te hablé varias veces, pero no contestaste."
"... ¿Madre?"
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